jueves, 20 de diciembre de 2012

Antisemitismo en la izquierda (II) – Israel es diferente



Al evaluar la política de unos u otros agentes del Estado de Israel, podemos tener opiniones diferentes, discrepar y discutir. Hay buenos argumentos para  criticar o rechazar las distintas actitudes de algunos de los  actores sociales de  Israel. No obstante, en la crítica a Israel encontramos figuras argumentativas que en esta forma no encontramos en ningún otro debate político. Son estos, patrones argumentativos antisemitas. El antisemitismo comienza donde se trata de forma diferenciada a los judíos. Vemos algunos ejemplos que justifican porqué creo que gran parte de la crítica que hoy en día se hace desde la izquierda a Israel tiene tintes antisemitas.

Figura 1. Exagerar el dolor infringido por judíos
Israel causa daños. Israel usa su fuerza militar. Israel mata a personas. Hay muchas evidencias de que en algunas de sus acciones relacionadas con los palestinos, Israel se ha saltado los derechos internacionales, e incluso los derechos humanos. Todo ello se puede decir y se debe exigir el cumplimiento de los derechos humanos por parte de Israel, al igual que por cualquier otro Estado.
Ahora bien, parece que en la crítica a Israel caen vocabularios que no encontramos en actos violentos similares. Así se habla de “terrorismo,  “apartheid” o – uno de los favoritos de los movimientos solidarios con palestina – de “genocidio.  Para el antisemita, el horror de la guerra no le parece ser suficiente para expresar su rechazo al Estado judío y tiene que utilizar exageraciones que no utilizaría en ningún otro caso parecido. Por este trato diferencial del daño causado por parte de los judíos, este patrón de argumentación forma parte de la retórica antisemita.

Figura 2. Banalizar el holocausto
En un escalón todavía superior se encuentra la comparación de Israel con el Alemania del Nacionalsocialismo. En pancartas en manifestaciones de solidaridad con Palestina podemos ver con regularidad que se iguala la estrella de David con la esvástica o a Netanyahu con Hitler. Igualmente encontramos comparaciones de la política de Israel con el Holocausto, de Gaza con un campo de concentración o con el gueto de Varsovia e incluso directamente con Auschwitz.
En este caso no sólo se trata de una exageración (recordemos que sólo en Auschwitz murieron unos 3 millones de judíos – y recordemos igualmente que José Saramago comparó a Auschwitz con Yenin, donde murieron 52 palestinos y 27 israelís) sino también de un intento de robar y trivializar la historia. Esta estrategia de quitar a los judíos su estatus de principales víctimas del Holocausto debería ser  obvia. Lamentablemente, para el antisemitismo, en su fanatismo ilusorio, las leyes de la razón no parecen funcionar.

Figura 3. Atención compulsiva
Wikipedia conoce más de 30 guerras y conflictos armados que tienen lugar actualmente. Muchos de ellos como la guerra civil en Syria (41.000 muertos en 21 meses) superan con creces al conflicto entre Israel y Palestina en número de víctimas. No obstante, ningún conflicto acapara tanto el interés internacional como aquellos actos que implican a Israel. Ningún pueblo recibe tantas manifestaciones de solidaridad, charlas y campañas internacionales como el pueblo palestino (aunque en la fantasía de los antisemitas los palestinos son un pueblo abandonado por la solidaridad internacional).
Que Israel es el país más peligroso para la paz mundial, lo podemos leer con regularidad en las encuestas del Eurobarometro. Esta atención compulsiva y exagerada que recibe el conflicto (y con ello las injusticias que comete Israel) sólo se puede entender con la rabia e impotencia que tienen que sentir los antisemitas al ver que los judíos no se contentan con el papel de la víctima que la historia parece haberles  otorgado. Los judíos que se saltan su papel de víctima pasiva y empiezan a defenderse activamente, lo cual les iguala con prácticamente todos los pueblos del mundo, les parecen insoportables.

Figura 4. Negar a los judíos lo que a otros se les permite
La figura anterior está estrechamente vinculada con una valoración desigual de lo que “se permite” a los judíos y de lo que se acepta en otros pueblos. Así por ejemplo, especialmente desde gran parte del autollamado antisionismo se niega la autodeterminación nacional a los judíos, una autodeterminación que se concede a la mayoría de los demás pueblos.  ¿Por qué todo el mundo tiene derecho a la autodeterminación nacional menos los judíos? En su ímpetu de negar al nacionalismo judío su lugar en el mundo, se glorifica el nacionalismo árabe como progresista y se codifican actos de terrorismo contra Israel como luchas por la liberación, convirtiendo a terroristas en mártires.

Figura 5. Culpar a la víctima
La última figura que aquí se presenta es la que aparece siempre como recurso final, cuando el antisemita se ve forzado a responder a las barbaridades más obvias que grupos como Hamás cometen (por ejemplo esta: https://www.youtube.com/watch?v=yF9zGzXWSUM). Se presenta en formas como en esta cita de Carlos Taibo: “Hamás, en singular, es un producto insorteable -tal vez deseado- de la política de Israel.” Si nada sirve y se tiene que admitir que Hamás comete barbaridades, entonces siempre se puede culpar a Israel. Si Hamás es un producto de Israel, si Israel obliga a Hamás a convertirse en terrorista antisemita, entonces la culpa de las barbaridades cometidas contra los  ciudadanos judíos es, en última instancia, de Israel.
Esta forma de “razonar” se blinda contra cualquier argumentación racional y quita a los palestinos el estatus de actores autónomos capaces de elegir entre posibles reacciones, aquella que ellos consideran más adecuada: No les queda la manifestación pacífica y la lucha democrática. No les queda otro remedio que convertirse en bárbaros.

Todas estas formas de argumentar no sólo se encuentran en la izquierda. Pero como escribía ya en la primeraparte de mi dedicación al antisemitismo, al imaginarse a los judíos y a Israel como fuerza global, con un poder económico-militar enorme, la lucha contra Israel aparece como una lucha por la emancipación. O, como decía el marxista Moishe Postone: “El antisemitismo […] es una crítica primitiva del mundo, de la modernidad capitalista. La razón por la que lo considero especialmente peligroso para la izquierda es precisamente por la pseudo-dimensión emancipadora que posee el antisemitismo y que otras formas de racismo rara vez poseen.

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