lunes, 22 de junio de 2015

El antisemitismo secundario (3/6)



En las dos últimas entradas describí con el antijudaismo y el antisemitismo racista dos formas de antisemitismo bastante abiertas. No obstante, hay que señalar que después de la Segunda Guerra Mundial y la barbarie del Holocausto, el antisemitismo ya no era ninguna referencia positiva. Aunque con ello el antisemitismo racista/nacional no desapareció del paisaje europeo, al menos en el espacio público hegemónico ya no se suelen encontrar justificaciones abiertas a este tipo de antisemitismo. Lamentablemente, el antisemitismo resulta ser muy versátil y poco después de la Segunda Guerra Mundial surgió en Alemania, pero también en otras partes del mundo, el antisemitismo secundario, también denominado antisemitismo democrático, denominado así porque este sí se encuentra en el espacio público democrático. Este antisemitismo, después de Auschwitz, que no se justifica a pesar del Holocausto sino por razón de éste, ha sido resumido por el psicoanalista judío Zvi Rex en una formulación brillante: Decía Zvi: “Los alemanes no perdonarán nunca Auschwitz a los judíos.” Como reversión de culpa, esta forma de antisemitismo es capaz de disculpar por un lado a los agresores y culpabilizar al mismo tiempo a las víctimas. Algunas formas extendidas de disculpar lo hecho consisten en insistir en la ignorancia de gran parte del pueblo alemán sobre el exterminio de los judíos, en enumerar el Holocausto como otra más de las atrocidades cometida antes, después y durante la Segunda Guerra Mundial, o en ensanchar el daño producido contra el propio grupo. Si el Holocausto no fue peor que el bombardeo a Dresde, si el Holocausto fue sólo una reacción al y copia del Gulag, entonces pierde su carácter singular. Algunas formas comunes de culpabilizar a los judíos son suponer algún tipo de poder o amenaza por parte de estos, o insistir en el carácter violento de sus exigencias de reparación. En la combinación de la exculpación y la culpabilización, la dimensión del tiempo hace mover la balanza en contra de los judíos. Mientras “nuestra” culpa es pasada y “nosotros” ya hemos pagado por los hechos, las exigencias económicas o morales de los supervivientes y sus predecesores siguen en la actualidad.
Podemos encontrar muestras de esta forma de antisemitismo en las encuestas de la Anti-Defamation League. Así, en 2014 respondieron con “probablemente cierto” a la afirmación “los judíos aún hablan demasiado sobre lo que les sucedió en el Holocausto”, el 52% de los alemanes, el 52% de los austriacos y el 48% de los españoles. Esta queja se combina con la idea de la organización a escala global de los judíos y su supuesto poder, que les lleva finalmente a la creación de la “industria del Holocausto” en la que los judíos explotan la memoria del Holocausto con fines económicos y políticos. Los paralelismos con la imagen del judío sin escrúpulos y avaricioso son más que notables.

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