En las dos últimas entradas describí con el antijudaismo y el antisemitismo
racista dos formas de antisemitismo bastante abiertas. No obstante, hay que
señalar que después de la Segunda Guerra Mundial y la barbarie del Holocausto,
el antisemitismo ya no era ninguna referencia positiva. Aunque con ello el
antisemitismo racista/nacional no desapareció del paisaje europeo, al menos en
el espacio público hegemónico ya no se suelen encontrar justificaciones
abiertas a este tipo de antisemitismo. Lamentablemente, el antisemitismo
resulta ser muy versátil y poco después de la Segunda Guerra Mundial surgió en
Alemania, pero también en otras partes del mundo, el antisemitismo secundario, también denominado antisemitismo democrático, denominado así porque este sí se
encuentra en el espacio público democrático. Este antisemitismo, después de
Auschwitz, que no se justifica a pesar
del Holocausto sino por razón de
éste, ha sido resumido por el psicoanalista judío Zvi Rex en una formulación
brillante: Decía Zvi: “Los alemanes no perdonarán nunca Auschwitz a los judíos.”
Como reversión de culpa, esta forma de antisemitismo es capaz de disculpar por
un lado a los agresores y culpabilizar al mismo tiempo a las víctimas. Algunas
formas extendidas de disculpar lo hecho consisten en insistir en la ignorancia
de gran parte del pueblo alemán sobre el exterminio de los judíos, en enumerar
el Holocausto como otra más de las atrocidades cometida antes, después y
durante la Segunda Guerra Mundial, o en ensanchar el daño producido contra el
propio grupo. Si el Holocausto no fue peor que el bombardeo a Dresde, si el
Holocausto fue sólo una reacción al y copia del Gulag, entonces pierde su
carácter singular. Algunas formas comunes de culpabilizar a los judíos son
suponer algún tipo de poder o amenaza por parte de estos, o insistir en el
carácter violento de sus exigencias de reparación. En la combinación de la
exculpación y la culpabilización, la dimensión del tiempo hace mover la balanza
en contra de los judíos. Mientras “nuestra” culpa es pasada y “nosotros” ya
hemos pagado por los hechos, las exigencias económicas o morales de los
supervivientes y sus predecesores siguen en la actualidad.
Podemos encontrar muestras de esta forma de antisemitismo en las encuestas
de la Anti-Defamation League. Así, en 2014 respondieron con
“probablemente cierto” a la afirmación “los judíos aún hablan demasiado sobre lo que les sucedió en el Holocausto”, el
52% de los alemanes, el 52% de los austriacos y el 48% de los españoles. Esta
queja se combina con la idea de la organización a escala global de los judíos y
su supuesto poder, que les lleva finalmente a la creación de la “industria del
Holocausto” en la que los judíos explotan la memoria del Holocausto con fines
económicos y políticos. Los paralelismos con la imagen del judío sin escrúpulos
y avaricioso son más que notables.
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